No sé si en algún momento os he comentado que soy licenciada en Historia, y posiblemente no tenga gran importancia, pero tiene relación con lo que hoy os voy a contar, pues conjuga dos de mis mayores pasiones: la gastronomía y la Historia.
Los que somos de Oviedo, sabemos sobradamente lo que es El Desarme, una jornada gastronómica que conmemora un hecho histórico que ocurrió en nuestra ciudad (o eso cuentan). Os dejo un enlace para que veáis un poco de qué va el tema.
Los tiempos cambian, pero los asturianos, al menos en lo que a comer se refiere, seguimos como si trabajáramos en las brañas (prados de montaña) y cuando hacemos una fiesta no nos asustamos con nada. El Desarme está compuesto, nada más ni nada menos, que de un buen plato de garbanzos con espinacas y bacalao, unos sabrosos callos y, para el que haya quedado con ganas de dulce (casi todos), un rico arroz con leche que tan bien se hace por estas tierras.
Yo os voy a contar como podéis hacer en casa este delicioso menú, aunque no necesariamente todo el mismo día, a no ser que seas un valiente como los asturianos. Voy a calcular para 4 personas aproximadamente (abundante).
Garbanzos con espinacas y bacalao: 1/2 kl. de garbanzos, un paquete de espinacas congeladas, 250 -300 grs. de migas de bacalao saladas, 1 cebolla, 2 ó 3 zanahorias, 1/2 pimiento,1 diente de ajo, 1 cucharada de harina, aceite de oliva y como condimento una pastilla de caldo (opcional), pimentón y sal.
Lo primero que debemos hacer es desalar las migas de bacalao, que pondremos en un cuenco con agua en la nevera durante 24 horas cambiando ésta tres veces. Podemos sustituir el bacalao salado por el que venden al punto de sal y nos ahorramos este paso.
Los garbanzos tendrán que estar a remojo, en abundante agua, unas 10 horas. Se suelen poner la noche anterior. Procura buscar un recipiente grande pues aumentan mucho de tamaño.
Ya cuando vayamos a hacer el plato, cocéis las espinacas según las instrucciones del fabricante, las escurrís y las picáis en caso de que no vengan ya troceadas. Reservar.
Ponemos los garbanzos en la olla exprés, picamos las verduras pequeñitas (dejad el diente de ajo entero para poder quitarlo después de cocer) y las añadimos (de la cebolla, utilizamos la mitad) cubriéndolo todo con agua. Salar y añadir un chorrín de aceite y una pastilla de caldo. Cerrad la olla y, cuando salga el pitorrín, bajad el fuego, dejad 17 minutos y comprobad que estén. Si no tienes olla exprés, los estofas en una pota normal hasta que estén blandos.
Ponéis aceite en el fondo de una sartén y pocháis en ella la otra mitad de la cebolla picada. Cuando su apariencia sea transparente, añadimos las espinacas escurridas, una cucharadita colmada de pimentón y, por último, la cucharada de harina incorporándolo todo bien. Revolver y agregar un poco del líquido de la cocción de los garbanzos. Juntar las dos elaboraciones.
En una potina pequeña ponéis agua y, cuando comience a hervir, agregáis el bacalao desalado, le dais un hervor (un Padrenuestro) y lo escurrís. Desmigar y añadir a los garbanzos con espinacas. Dejar hervir suavemente todo junto unos 5- 8 minutos. Rectificar el punto de sal y listo nuestro primer plato.
Los callos, no te asustes: cómpralos hechos. Eso sí, busca una buena marca y calcula unos 250 grs. por persona.
A mí particularmente me gustan pequeños, por lo que corto el bloque de callos con un cuchillo en cuadraditos (según gusto). Pico un chorizo en una sartén pequeña y lo frío. Añadid el chorizo a los callos que habréis calentado en una pota y dad un hervor a todo junto. Hay a mucha gente que los callos les gustan alegres, con lo que no les viene nada mal añadir algo de guindilla. Segundo plato hecho.
Para terminar este magnifico menú, qué mejor que nuestro afamado arroz con leche, postre típico asturiano donde los haya. La receta que os voy a dar no puede ser más fácil: 150grs. de arroz, 100grs. de azúcar, 50grs. de mantequilla, 1l. de leche entera, una yema de huevo y 2 cortezas de limón.
Poner todos los ingredientes en frío y cocer 3/4 de hora a fuego lento resolviéndolo regularmente. A última hora (a falta de unos 10 minutos) se le añade un vaso más de leche. Ya fuera del fuego, se le quita el limón y se le agrega una yema de huevo sin dejar de remover.
Verter sobre una fuente chula y espolvorear con canela molida o con azúcar que, con la ayuda de un soplete de cocina, caramelizaremos.
Espero que os haya gustado esta historia de mi ciudad. Me alegraría mucho que más de uno, no necesariamente carbayón, se animara a hacerlo. Un beso.
Fotos: Mercedes Blanco
Como berciano de nacimiento y ovetense de adopción, adoro esta tradición del desarme. Siempre lo solemos cocinar en casa, pero este año seguiremos tus consejos. Gran entrada, como siempre.
Un abrazo.
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Gracias a ti, así da gusto!
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